Por: Juan David Castilla
El Corredor Arrecifal del Suroeste del Golfo de México (CASGM), donde los pueblos que viven en la planicie costera de Veracruz han construido sus formas de vida y tradiciones, continúa en peligro y los gobiernos han subordinado su protección.
Con una extensión de 600 kilómetros, este importante corredor ecológico se extiende desde el sur de Tamaulipas hasta más allá de la desembocadura del río Tonalá en Tabasco.
Los gobierno exhiben prioridades económicas, prefiriendo las labores de extracción, exploración y transporte de hidrocarburos. Los arrecifes del Golfo de México también se han visto afectados por obras de infraestructura marítima, así como por el tráfico marítimo y la contaminación del mar por la falta de saneamiento en las cuencas hidrológicas.
La Red Corredor Arrecifal del Golfo de México lanzó la campaña “Arrecifes del Golfo: Cuna del Mar”, con el objetivo de visibilizar que la importancia ambiental, económica y sociocultural de esta zona depende de la salud y protección de los arrecifes, los cuales están en grave riesgo por la actividad humana y la crisis climática.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) y otras organizaciones forman parte de la red, y sostienen que Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en producción de petróleo crudo, el primer lugar en producción petroquímica básica con un 80 por ciento de la producción nacional y es la entidad federativa con el mayor número de campos de reservas remanentes.
Recientemente, obras de infraestructura como la ampliación del puerto de Veracruz, así como los proyectos Gasoducto Sur de Texas-Tuxpan y el propuesto Gasoducto Puerta al Sureste constituyen factores de riesgo para el Corredor Arrecifal.
“La campaña se enfoca en evidenciar que sin los arrecifes simplemente se perdería la soberanía alimentaria de muchas comunidades pesqueras y no existirían actividades económicas preponderantes para el estado de Veracruz como la pesca y la actividad turística. También se perdería la riqueza gastronómica y otros elementos de la diversidad cultural veracruzana como con su música, historias y artesanías”, indican los activistas.
“La mar”, como le dicen en muchas comunidades pesqueras, es sustento de vida y parte integral de su identidad y proyecto de vida. Sin los arrecifes, en donde habitan y se reproducen una gran cantidad de peces, no podrían seguir siendo quienes son.
En los últimos años, se han realizado importantes descubrimientos de arrecifes sumergidos que hasta hace poco eran desconocidos para la ciencia. En la región norte -entre Tamiahua y el río Tecolutla-, por ejemplo, se encontraron los mayores arrecifes sumergidos de todo el suroeste del Golfo de México.
La investigación también arrojó que el impacto de la actividad humana sobre estos ambientes es severo, pues la mayor parte de los sitios descubiertos resienten el incremento de las tasas de sedimentación y la mala calidad del agua, así como las afectaciones de la industria de hidrocarburos, el tráfico marítimo y la intensidad de las actividades pesqueras.
Asimismo, la industria de los hidrocarburos representa una seria amenaza para la viabilidad ambiental de estos arrecifes. Una gran parte de la zona norte y sur del Corredor Arrecifal tienen áreas contractuales y asignaciones para la exploración y explotación petrolera.
Del mismo modo, megaproyectos como el propuesto gasoducto “Puerta al Sureste” ignoran la presencia de estos ecosistemas y su importancia biocultural en sus evaluaciones de impacto ambiental.
La campaña “#ArrecifesdelGolfo: Cuna del mar” hace un llamado a conocer y difundir la importancia biocultural del Golfo de México, así como a sumarse al cuidado y la protección de este tesoro oculto ante las actividades humanas nocivas y los impactos de la crisis climática.